Futre Online se acercó hasta este tradicional paseo de compras. Conocé la importancia social de las ferias y la nueva organización de este espacio tras la pandemia; qué formas de intercambio -material y simbólico- surgen allí; y la conformación histórica de la colectividad boliviana en la provincia.
Fuente: Futre Online
Mayo de 2022 llegó con datos dolorosos para la economía. Mientras que el día 12 el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) reveló que la inflación interanual en abril fue del 58%, apenas una quincena después, el día 27 de mayo, la Secretaría de Energía de la Nación habilitó un aumento en el costo del gas del 20% y de la luz del 17%. Frente a este duro escenario económico, las ferias populares han demostrado ser una buena alternativa en la búsqueda de precios más accesibles, ya sea para compras “al menudeo” o en cantidad. Una de las más concurridas de Mendoza es la Feria del Valle, conocida históricamente por el lugar donde se emplaza: Ugarteche, sitio donde el comercio se une a la diversidad cultural. Es que esta localidad es uno de los puntos donde se concentra la colectividad boliviana de la provincia, una de las más cuantiosas.
Fuente: INDEC
Las crisis económicas, como la actual, siempre suscitan estrategias ciudadanas para hacer frente al aumento del costo de vida. Estas (no tan nuevas) tácticas de ahorro son reinventadas en cada coyuntura histórica, incluyendo a las ferias. De hecho, muchas de las modalidades de comercio popular que actualmente rescatan movimientos ecologistas y activistas anti-capitalistas pueden ser rastreadas, en la Argentina, hasta los dolorosos acontecimientos que dieron nacimiento al nuevo siglo. Hablamos, por supuesto, de la crisis del 2001, gestada largamente durante la era menemista.
Nuevas modalidades en tiempos de colapso
Como señalan Florencia Bertolotti y Eliana Ortubia Diaz en Experiencias autogestivas de la economía popular. Las Empresas Recuperadas y la Feria Popular de Guaymallén, Mendoza (2003-2019), la consolidación del régimen neoliberal en nuestro país, desde la década de 1990, “generó el surgimiento de nuevos movimientos de trabajadores/as”. Movimientos que conocieron inéditos niveles de difusión social durante el corralito. “Precisamente en esos años –continúan Bertolotti y Díaz-, la resistencia a las privatizaciones, la defensa de la educación y la salud pública y la lucha por recuperar los puestos de trabajos perdidos, contribuyó a la emergencia de novedosas respuestas sociales para hacer frente a la pobreza”.
Así, podemos comprender el proceso de conformación histórica de estas nuevas instancias, espacios y formas de socialidad en nuestra provincia. Para inicios del milenio, al Movimiento de Trabajadores Desocupados y de empresas recuperadas por sus trabajadores (ERT) ya se habían sumado los clubes de trueque, parte de una red global “que incluyó a 5 millones de argentinos/as en el año 2002”, como indica “Experiencias autogestivas...”.
Mientras que esos clubes han caído actualmente en relativo desuso (o se han reinventado bajo nuevas formas) y no se han creado en Mendoza nuevas ERT desde 2014, fue otra la suerte de las ferias urbanas, como la de Ugarteche, que se han multiplicado. Pero esto sólo incrementa los interrogantes: ¿Por qué en este sitio en particular se concentra una gran cantidad de población migrante boliviana? Y desde una perspectiva que trasciende el plano económico, ¿Qué nuevas configuraciones culturales y disputas políticas nacen de esta interculturización, o bien, del choque entre culturas?
Un nuevo Camino del Inca
Si bien nuestra idiosincrasia popular dicta que “los argentino venimos de los barcos”, lo cierto es que, desde mediados del siglo pasado, la inmigración que nuestro país recibe es, mayoritariamente, de países fronterizos. Un buen ejemplo es que el censo nacional de 2010 calculaba que unos 27.239 inmigrantes de Bolivia residían en el territorio de Mendoza. A la espera de información actualizada del último Censo en nuestro país (realizado el 18 de mayo), lo cierto es que estos números ubicarían a la del país limítrofe como la colectividad más grande de la provincia. Y una razón de esto son las posibilidades laborales que brinda la región de Cuyo.
Con una matriz productiva eminentemente agrícola –principalmente de vid, tomate y frutales-, Mendoza se convirtió con el tiempo en un destino para los trabajadores estacionales bolivianos y de las provincias norteñas, que llegan cada año a trabajar en las principales fincas de los oasis productivos. Así fue, de hecho, cómo se conformó la actual localidad de Ugarteche, según explica Marta Moreno, Licenciada en Sociología y docente, en Territorialidad inmigratoria de trabajadores bolivianos en Mendoza (Argentina). Aproximación etnográfica a partir de tres casos de estudio emplazados en espacios rurales.
Moreno señala que el poblamiento de Ugarteche “se remonta a la década de 1940, momento a partir del cual comienza a crecer de manera sostenida”. Eso sí: se trata de pobladores “en su mayoría bolivianos y descendientes de bolivianos”. La académica realizó trabajo de campo en otras dos zonas enclave de la población migrante del país andino, como son el Cordón del Plata (Tupungato) y 25 de Mayo (en Maipú). De su análisis, la autora indica que aquellas “cohortes migratorias” iniciales alcanzaron luego una “masa crítica”, la cual “posibilitó su configuración como “territorios–red”. Esto es: nodos territoriales en redes más extensas, a través de las cuales se produce una movilidad poblacional elevada. Bolivia y Mendoza habían quedado indisolublemente unidas, como si de una renovación del Camino del Inca se tratara.
De hecho, estas redes son tan abundantes que dibujan una compleja urdimbre de flujos migratorios entre ambas naciones, focalizado especialmente entre la sierra y el sur boliviano y los oasis productivos del centro y el noreste mendocino. La misma autora reconoce que “los trayectos de los recorridos trazados por los migrantes, de tantos y tan entrecruzados, dificultan incluso la lectura del mapa confeccionado”. La enorme cantidad de líneas que podemos observar habla por sí sola:
Fuente: Territorialidad inmigratoria de trabajadores bolivianos en Mendoza (Argentina).
A medida que una gran cantidad de estos trabajadores migrantes decidieron finalmente radicarse en la provincia, se fue gestando la Feria del Valle hasta que, para la primera década del siglo, se convirtió casi en un sinónimo de Ugarteche. Así, los costados de la Ruta provincial 15 comenzaron a colmarse de locales con productos de los más variados rubros.
Entre persecuciones y reclamos
Sin embargo, la feria ya no se desarrolla sobre esta importante arteria vehicular. Esto es debido, en primera instancia, a los intentos por regularizar la actividad de la zona llevados a cabo por el municipio de Luján de Cuyo, hacia el año 2018 y, en segunda instancia, a los cambios que trajo la pandemia de Covid-19. Dos instancias que vale la pena analizar y debatir para comprender el presente del sitio.
Como declaró en aquel momento Omar de Marchi -entonces intendente del departamento- a diario El Sol, los intentos por modificar la tradicional localización de la feria partieron de la “clandestinidad” de la misma, debido al “abandono de (las) autoridades anteriores”. Sin embargo, estas intenciones de regularización fueron seriamente puestas en duda cuando, el 19 de agosto del mismo año, los puesteros se encontraron con que la Gendarmería Nacional les impidió instalarse en su sitio acostumbrado. Todo, sin previo aviso. Las buenas intenciones estatales dejaban lugar a la persecución de los trabajadores informales.
Y el nuevo espacio designado por la Municipalidad fue otro motivo de quejas. Como rememora Malena Reyes, Doctoranda en Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible, en Comercio informal y tensiones con el ordenamiento del territorio: análisis de la Feria de Ugarteche, Mendoza, esto se debió a varios motivos. La autora señala que el nuevo emplazamiento no sólo “no fue suficiente para albergar la cantidad de feriantes”, sino que se encontraba “alejado del lugar tradicional de la feria, mal organizado”, con sanitarios insuficientes y otras situaciones “que perjudicaban seriamente a los trabajadores de la feria”.
A pesar de los contantes reclamos de quienes participan en la feria por soluciones apropiadas, la autora señala que hasta finales del 2019, los controles de la Dirección Municipal de Tránsito impedían el acceso al viejo espacio de emplazamiento. Esto obligó a la comunidad de la feria a instalarse en calles aledañas y hasta descampados. Luego llegó la pandemia de Covid-19, y terminó de configurar nuevos protocolos y ordenamiento en la Feria del Valle. ¿Cómo se ha renovado el sitio?
Un nuevo orden, el mismo Ugarteche
Desde noviembre de 2020, los otrora dispersos coches con mercancía encima, manteros y mesitas antiguas se convirtieron en un viejo recuerdo. Con su gran reapertura, la Feria del Valle se renovó, obedeciendo a normativas municipales creadas en el contexto de la emergencia sanitaria. Esto implica: espacio para el distanciamiento, sitios fijos para los puestos, entre otros cambios.
Para conocer más sobre los alcances de la normativa, Futre Online buscó la palabra de Eliana Cortés, encargada de sanitización en el predio. Consultada sobre las nuevas medidas, Eliana señala que “desde la pandemia, son la sanitización de manos con alcohol; el barbijo es optativo” actualmente, y la presencia, en cada predio, de “un puesto de salud, para primeros auxilios”.
Fuente: Futre Online.
Mapa de la Feria de Ugarteche. Fuente: Futre Online.
Y sin dudas, uno de los cambios más sorprendentes es que “no se puede vender más en la calle, porque está regido por la Municipalidad”, como señala Cortés. Y continúa: “En los puestos, no se puede vender nada que esté en el piso: todo tiene que estar sobre mesas, o tablones, que no toque el piso”.
Como lo indicó la entrevistada, uno de los pasos más importantes que se dieron en la regulación de los productos fue para el rubro alimenticio, al cual se dedica una gran cantidad de feriantes. “Los puestos de comida, todos tienen que estar habilitados con el curso de manipulación de alimentos”, con el fin de que “todo sea bien hecho y legal”, señaló la encargada.
En este punto, es lícito preguntarse cómo fueron recibidas las nuevas normas por parte de los vendedores. Luis Mendez, quien forma parte de la Feria de Ugarteche desde hace 4 años, dio testimonio a este medio sobre el impacto de los protocolos sanitarios. Volviendo la vista hacia aquel noviembre de hace dos años, el comerciante cuenta que el regreso “fue un cambio rotundo”, pues pasaron de ver “un flujo de gente tremendo a ver restricciones de barbijo, restricciones de gente”.
Local de Juan Montoya.
“Hacían pasar a la gente de a diez personas”, continúa Mendez. “¡No funcionaba! Tenías que entrar cincuenta, sino se hacía una fila hasta por allá”, indica el comerciante, señalando a la lejanía sobre la calle Cobos. Como si de un restaurante en invierno se tratara, el feriante comenta que “tenías que rodear el gacebo con plástico”. Este último dato no resulta menor, considerando, como ya se mencionó, que la reapertura de este paseo de compras se dio durante un caluroso y seco noviembre mendocino. Sin embargo, el nuevo espacio mostró también su lado positivo. Muchos comerciantes están contentos con el reordenamiento, entre los cuales se encuentra Ignacio. El comerciante vitivinícola, que participa de la feria desde 2018, considera que ahora “está todo mucho más organizado”, refiriéndose al parcelado del predio. “Tenés tu lugar, tu espacio. No tenés que competir tanto como era antes” recuerda el joven de Ciudad. Y continúa: “para nosotros, que venimos de un poquito más lejos, del centro, es un lugar donde tenemos estacionamiento todo el día por cien pesos”, señaló Ignacio.
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